El mundo después de nosotros

Apreciación

El director consigue transmitir esas tendencias sociológicas y esos pequeños matices que dan veracidad a través de una historia muy simple (un drama romántico con tintes de comedia), protagonizada por el entrañable personaje de Labidi (la revelación Aurélien Gabrielli). Originario de Lyon, donde sus padres regentan un café, este hijo de una inmigrante norteafricana (Saadia Bentaïeb) y de un ciudadano local (Jacques Nolot) se ha trasladado a París para cursar sus estudios superiores y acaba de ganar un concurso de novela corta. Asesorado por un agente y con la fe puesta en los tres primeros capítulos, el joven ve cómo su primera novela (sobre la guerra de Argelia) es seleccionada por una editorial. Ahora tiene seis meses para entregar su manuscrito. Pero también debe ganar lo suficiente para vivir, especialmente desde que se enamora de Élisa (Louise Chevillotte, descubierta por Philippe Garrel), una estudiante lionesa. Para persuadirla de compartir su vida parisina, Labidi debe encontrar un apartamento más grande (y también más caro) que el estudio donde vive apretujado con su amigo Alekseï (Léon Cunha Da Costa). Pero con las tarjetas de débito bloqueadas debido a pequeños robos de comida, los expedientes de candidatura falsificados por estafas a seguros, los trabajos de repartidor en bicicleta o de vendedor de gafas para subsistir, la obsesión por el dinero y el ritmo agotador de la vida cotidiana terminan por debilitar y desvanecer los deseos, la ambición, la confianza y la inspiración. ¿Qué futuro y qué valores tiene Labidi que le provocan un doloroso sentimiento de no pertenecer a nada?
El tema del paso a la vida adulta es un clásico mil veces revisitado, pero es precisamente en este terreno nada ostentoso donde Louda Ben Salah-Cazanas demuestra una profunda sensibilidad, agudeza y bondad, ya que consigue hacer reír y conmover con los esfuerzos y los deberes de su personaje, sin caer nunca en el exceso de drama ni desviarse de su reflejo social implacable. Una ópera prima de presupuesto reducido y sin pretensiones, pero repleta de talento y romanticismo, que sabe cultivar con discreción su diferencia.

Por Fabien Lemercier