En caída libre

Apreciación

En roue libre es, al mismo tiempo, una road movie y una película a puerta cerrada en movimiento. El coche, más que un vehículo, es un decorado. Louise explora cada rincón por la fuerza de las circunstancias. Es una restricción paradójica, una prisión que le permite avanzar, tanto en plano geográfico como psicológico. Como enfermera saturada, la carrocería donde se encuentra atrapada representa la camisa de fuerza de la angustia. 
Abriendo una a una las ventanas, las puertas e incluso el techo (en una escena genial en un campamento de gitanos), Louise explora su lugar en el mundo. Contrariamente al refrán, a veces estamos mejor acompañados que solos, y su convivencia improbable con Paul la ayudará a avanzar. El joven también tiene heridas que digerir, y juntos recorrerán el camino hacia esta libertad íntima.
En su camino, algunos encuentros insólitos dinamizan la comedia: un autoestopista electro sensible, una gran familia viajera y un psiquiatra que no es muy buen practicante, pero sí buen amante. Aunque el tono es agridulce, la conexión con el otro trae sanación y emancipación. 
Al cine siempre le han gustado las road movies, y en un mundo posterior a la pandemia, el soplo de aire fresco y el regreso a la tierra parecen ineludibles. Benjamin Voisin, convincente, aporta frescura respaldado por películas como Las ilusiones perdidas y Verano del 85. Marina Foïs es un valor seguro y demuestra que sabe poner la dosis justa de locura y oscuridad en la mirada cuando se trata de hacer estas comedias en sintonía con los traumas de la sociedad.

Por Aurore Engelen