Lugar
Auditorio del Colegio Francia
Duración
Sábado 07 de diciembre de 2024
4:00 PM
Introducción
Festival CINEMANIA, Canadá, 2023. Con tan sólo 23 años, Nathan Ambrosioni consigue mostrar de forma brillante las paradojas de una madre soltera de 40 años que cría lo mejor que puede a sus cinco hijos. En el papel principal, Camille Cottin está llena de ternura y energía comunicativa.
Ficha técnica
En familia / Toni, en famille / No Love Lost
Nathan Ambrosioni / 2023 / 1h36 / Francia
Guión: Nathan Ambrosioni
Género: Comedia dramática, Familia
Sonido: Laurent Benaïm
Fotografía: Raphaël Vandenbussche
Montaje: Nathan Ambrosioni
Intérpretes: Camille Cottin, Léa Lopez, Thomas Gioria, Louise Labeque, Oscar Pauleau, Juliane Lepoureau, Catherine Mouchet…
Producción: Chi-Fou-Mi Productions, France 2 Cinéma, StudioCanal
Distribución: Institut Français / Embajada de Francia
Sinopsis
Antonia, a quien llaman Toni, ha criado sola a sus cinco hijos. Un trabajo a tiempo completo. También canta en los bares, por las noches, ya que, de algo tendrán que vivir. Toni tiene talento. Ha grabado un single que tuvo gran éxito. Pero eso fue hace 20 años. Hoy en día, los dos mayores empiezan pronto la universidad. Entonces, Toni se pregunta: ¿qué hará cuando todos sus hijos se vayan de casa? ¿Se está a tiempo todavía de tomar las riendas de su vida, con 43 años?
Selección en Festivales
- OHLALÀ! Festival de cinema francòfon de Barcelona, España, 2024 / Ohlala Teens
- Semana de Cine Francés en Alemania, 2024 / CinéFête
- Festival de Cine Francés del Reino Unido, Gran Bretaña, 2024 / Discovery
- Lisboa – Festa do Cinema Francés, Portugal, 2024 / Filmes inéditos
- Tour de Cine Francés, México, 2024 / Selección oficial
- New Zealand French Film Festival Aotearoa / Nueva Zelandia, 2024
- Festival de Cine Francófono de Grecia, 2024 / Panorama
- Festival de Cine Francés de la Alianza Francesa (Australia), 2024 / Optimism, Always
- Rendez-Vous With French Cinema in New York, Estados Unidos, 2024 / Official selection
- Festival Internacional de Cine de Dublín, Irlanda, 2024 / Comedy
- Festival de Films CINEMANIA, Canadá, 2023 / Selección oficial
- Festival de Cine Francés de Helvecia, Suiza, 2023 / Estrenos suizos
Apreciación
Desde la primera secuencia —una divertidísima confusión de cuerpos, gritos, hormonas y olvidos a bordo de un coche familiar— queda claro que nos encontramos ante una comedia absolutamente consciente de su tono y del tipo de pacto ficcional que quiere buscar con su público. Los anglosajones, que suelen rodar bastante peor este tipo de propuestas, lo llaman feel-good-movie, fórmula que aquí tiene su complejidad y que conviene manejar con cierta precaución.
La película es una extraña heredera de aquellas fabulosas comedias sobre familias numerosas y cultura pop que invadieron las pantallas hace ya casi tres lustros —pienso en C.R.A.Z.Y (Jean-Marc Vallée, 2005) o en El primer día del resto de tu vida (Le premier jour du reste de ta vie, Rémi Bezançon, 2008)—, pero incorporando aquí la variable del duelo. Es interesante porque si en aquellas propuestas se hablaba invariablemente de familias heteronormativas con algún breve apunte sobre la homosexualidad, aquí hemos desembocado en los retos de la monoparentalidad, amén de pasearse por otros territorios más contemporáneos como la presencia de las redes sociales, el control de la privacidad de los aparatos electrónicos, el precariado entre los profesionales de las artes… La actualización es sensata y límpida, lo que permite que la película pueda ser entendida como un espacio seguro para el intercambio generacional y la escucha de diferentes perspectivas que, mejor que peor, van tejiendo la cotidianeidad de las sociedades occidentales acomodadas.
El punto de partida es lo suficientemente inocuo para que el público despliegue con comodidad sus expectativas: Toni (Camille Cottin) es una antigua cantante de pop en horas bajas que pelea titánicamente para sacar adelante a cinco hijos más o menos adolescentes. Atravesada la cuarentena, viuda y desnortada, tiene que aprender a descifrar los lenguajes y las conductas erráticas de una prole empeñada en hacerse viral, hacerse mechas azules, suspender sistemáticamente el carné de conducir, ganarse la vida con la danza contemporánea y, en fin, atravesar las errancias y angustias de la Generación Z, la Generación Alfa o cosa similar. Como cualquiera ciudadana de a pie, va llenando la bolsa de la compra y pagando las facturas del dentista saltando entre lo absurdo, el cariño o la tragedia, intentando no desplomarse del todo y, en los intersticios, pensar algo en ella misma y en qué hacer con su vida.
La cosa, como ustedes bien saben, es compleja y las películas en general no tienden a decir mucho sobre el tema. Los cuarentones no solemos salir bien en las fotos porque o bien ya hemos conseguido el triunfo épico que lleva al biopic o bien somos lo suficientemente aburridos y hemos fracasado tan estrepitosamente que más que biografía lo que tenemos es una exhibición de atrocidades. Toni lo sabe, y también lo saben sus hijos, y así va arrastrando una existencia plomiza, pero con una fuerza voluntariosa y un pulso tembloroso que hace que la película resulte a la vez cercana y extrañamente creíble.
En efecto, uno tiene la impresión de que en otras manos la cinta hubiera podido cometer un patinazo descomunal. El guion de Nathan Ambrosioni funciona precisamente porque consigue un equilibrio complejísimo entre tonos y posibilidades, todos ellos bien conocidos, pero perfectamente armonizados. El público no encontrará aquí ni una única novedad, por minúscula que sea, pero tampoco hará falta para que la película se despliegue como una maquinaria bien engrasada. Los planos son extrañamente funcionales, correctos, y salvo algún inspirado momento algo más elevado —el fragmento de Cottin fumando en un paraje inhóspito, por ejemplo—, todo el aparataje visual se pone al servicio de la pura narratividad…
Y es que, lo diré con mayor claridad, Toni, en famille merecería ser un taquillazo de cine comercial si el cine comercial fuera algo más inteligente y se decidiera a contar historias con una mirada más humana.
Por Aarón Rodríguez Serrano